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Cumplir años tiene muchas cosas buenas. Entre ellas, la posibilidad de comprobar por ti misma que las tendencias son cíclicas y que, cada dos décadas, aproximadamente, reaparecen para enamorar a una nueva generación (y de paso, poner melancólicos a los que las vivimos en otro momento de nuestra vida). Y en cuestión de maquillaje, hay pocas épocas tan divertidas y rompedoras como la de los años 80. El maquillaje ochentero vuelve y aquí estamos para recibirlo ¡y llevarlo como se merece!
Color, brillo, texturas... el maquillaje ochentero tenía mucho de todo, menos de discreción. Sombras intensas y de colores cubrían los párpados solas o combinadas con otras, igual o más llamativas; los pómulos se marcaban con tonos tierra mucho antes de que el contouring llegara a nuestras vidas; y el glitter era el toque final en muchos de estos looks, al más puro estilo Euphoria. Si hay que ceder el protagonismo a una parte del rostro, los ojos se llevan el premio. Y esto también incluye las cejas, definidas y redibujadas para aguantar el peso de las sombras. La paleta The Burgundy Bar tiene una mezcla de morados, dorados y tonos cobre perfectos para esta explosión de color.
Sin duda, los ojos centraban toda la atención del rostro gracias a trazos exagerados y combinaciones de color de esas llamadas “imposibles”. Aunque nada es imposible en territorio beauty -si acaso, atrevido, y eso hay que celebrarlo siempre-. En este maquillaje ochentero, se reduce el área pintada y se cambian las sombras por los lápices de colores. Verdes, rosas, naranjas, azules... para delinear miradas monocolor, bicolor, tricolor o de múltiples tonalidades. Y nada de limitarse a la línea de agua o a un eyeliner que termina en las pestañas: las líneas se llevan casi hasta las cejas, elevando y rasgando la mirada al instante. Las pestañas, infinitas, largas y con mucha altura. Con Lash Sensational Sky High y su fórmula ligera es muy fácil recrear este look, ya que reparte capas de producto desde la raíz hasta las puntas y permite aplicar varias capas. Las cejas, peinadas y definidas para dar el toque final a la mirada; y el rostro, contorneado en tonos tierra para definir bien la mandíbula y los pómulos.
Si el color es un imprescindible en el maquillaje ochentero de mujer, también lo es el brillo. Ambos se dan la mano para conseguir miradas impactantes, hipnóticas, ¡pura fantasía! De nuevo, la combinación de colores es la protagonista y se ayuda de sombras brillantes, como los platas y dorados, para aportar un extra de luz. En la paleta The Burgundy Bar hay muchos tonos brillantes, desde el luminoso vainilla hasta el cálido cobre, idóneos para envolver de misterio las miradas de inspiración ochentera.
Pero no todo son colores chillones, la intensidad y los trazos infinitos también se tiñen de tonos tierra que dan dimensión al rostro y resaltan la mirada. Estos marrones, con matices fríos o cálidos, según el tono de piel, potencian la belleza natural de nuestros rasgos marcando nuestras facciones como hace el contouring: óvalo facial, pómulos, nariz o pliegue entre los párpados, para rematar con un eyeliner XL, bien de máscara de pestañas, perfilado oscuro de labios, una capa de gloss y brillo repartido por el rostro a modo de iluminador. Un maquillaje natural subido de tono; pura sensualidad.
¿Te gusta el vibe del maquillaje ochentero? Tanto si eres del bando “natural” como si amas la exageración, estos looks son un punto de partida para que tu crees tu propio maquillaje inspiración años 80. ¿Te atreves? Seguro que sí.