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Levanta la mano también por la gente de tu entorno que sufre ansiedad
Todos tenemos un impacto en los otros, seamos conscientes o no. Cuando estamos con amigos, familia o compañeros que están pasando por un problema de ansiedad nuestro papel es importante.
Saber ayudar es algo que se aprende y nosotros queremos darte algunos consejos para que lo pongas en práctica.
- Acompáñala a un lugar tranquilo y privado alejándola de aquello que ha provocado su crisis de ansiedad.
- Si está hiperventilando ayúdale a respirar en una bolsa de papel o similar. Esto equilibrar los niveles de CO2 y O2 en sangre.
- Ayúdala a realizar una respiración diafragmática, es decir, al inspirar elevar el abdomen y al espirar bajarlo. Tratar de alargar al máximo la espiración.
- Con cada espiración invítala a que relaje el cuerpo.
- Habla en un tono de voz tranquilo, calmado y cálido.
- El aire fresco puede ser de ayuda.
- Cuando se sienta un mejor, pregúntale si ha sido algo puntual. Si no lo es, anímala a que hable con un profesional que la ayude a manejar esa ansiedad y entender por qué le pasa.
- Sufre cambios importantes de su estado de ánimo (dos semanas o más).
- Es más dependiente de pareja, padres, ciertos amigos…
- Evita o escapa de ciertos lugares de forma habitual.
- Tiene un discurso muy monotemático sobre lo que le preocupa.
- Se queja mucho: dolor de cabeza, cansancio, dolor de espalda…
- Su calidad del sueño empeora: atrasa la hora de dormir, se despierta varias veces a lo largo de la noche.
- Sufre bruxismo.
- Se automedica habitualmente: antiinflamatorios, analgésicos…
- Tiende a aislarse del resto.
- Se pasa el día viendo series, películas o jugando a la consola.
- Tiene más miedos e inseguridades que antes.
- Ha engordado o adelgazado de forma evidente.
- No se valora: soy un desastre, no valgo para nada…
- Es muy negativa: no le encuentro sentido a la vida, no tengo ganas de nada…
- NO ridiculices o minimices sus sentimientos.
- NO normalices síntomas de claro malestar emocional.
- NO culpabilices a la persona por lo que siente.
- NO ignores o niegues sus mensajes de ayuda, directos o indirectos.
- NO la hagas sentir débil por tener un problema emocional.
- NO le preguntes todo el rato por cómo se siente.
- NO hables solo de esto con ella.
- NO la sobreprotejas.
- NO reacciones con culpa o remordimiento por no haberte dado cuenta antes.
- NO lo compartas otras personas sin su permiso.
- Escucha de forma activa. Con respeto y tranquilidad.
- Ayúdala a reflexionar: ¿tiene los recursos que necesita para afrontarlo o necesita ayuda profesional?
- Hazla sentir responsable para afrontarlo. Todos somos vulnerables pero lo importante es que hacemos ante ello.
- Reconoce sus síntomas, y muéstraselos desde el cariño y el respeto.
- Desestigmatiza la ansiedad. Cuando tenemos un problema en la piel vamos al dermatólogo, cuando se trata de ansiedad vamos al psicólogo.
- Estate disponible pero no la presiones demasiado con este tema.
- Hablad de otras cosas que la ayuden a distraerse.
- Empodérala: anímala a adquirir herramientas para plantarle cara a la ansiedad en lugar de escapar de ella.
- Si tú estás tranquila, transmitirás calma y confianza.
- Anímala a que se lo cuenta a sus padres o tutores. Si le ayuda, puedes acompañarla durante esa conversación. Le resultará más cómodo hablarlo primero con la persona con la que tiene mejor relación.
- Ayúdala a desestigmatizar el hecho de pedir ayuda. Ponle ejemplos cercanos de personas conocidas que hayan tenido buenas experiencias con la terapia.
- Anímala a comprometerse al menos con dos o tres sesiones de terapia para probar y romper así sus primeros miedos o dudas.
- Es importante que sepa que, en esas primeras sesiones, lo importante es conectar con el terapeuta y sentir que es una persona de confianza con la que poder hablar y compartir sentimientos sin ser juzgada.
Existen muchas variantes en psicología: psicoanálisis, terapia Gestalt, terapia humanista, terapias de tercera generación, terapia cognitivo conductual... Si bien, la terapia de tercera generación y la cognitivo conductual son de las más eficaces en el tratamiento de la ansiedad. Son más breves y están centradas en dar herramientas/consejos a la persona para plantar cara a la ansiedad.
No obstante, elegir el tipo de terapia es algo muy personal que deberá ver cada persona en concreto.
Lo mejor es dejarse llevar por la intuición y el hecho de sentirse a gusto con el terapeuta.